Tras un tiempecillo ausente en la senda, pero sin parar de trabajar en el proyecto, se pudo hacer el Booktrailer del libro.
Lo más importante, todo lo que aprendí para poder hacerlo.
Espero que os guste.
https://youtu.be/jgDny7TFjjg
La puerta del ocaso
Bienveni@ a este tu Blog dedicado a la novela ilustrada "La puerta del Ocaso" escrita por FJ Martínez Iribarne. Aquí encontrarás información y claves de esta historia desarrollada en las imaginarias tierras de Scimas y Farland.
Cuento de Invierno
Arkal el cazador
Como muchas veces había hecho en
compañía, el joven Arkal rastreaba los pasos del venado que le daría de comer
aquellos fríos días, pero hoy era distinto. Su padre había bajado al pueblo con
leña cortada en el cercano bosque y, con el dinero obtenido, compraría los
víveres suficientes para aguantar una larga temporada en su perdida cabaña.
Allí vivían Arkal, sus padres y una pequeña hermana cultivando trigo, cuidando
cerdos y alguna cabra atrapada en la montaña.
Nunca había cazado solo, de hecho
había aprovechado que su madre y hermana dormían plácidamente al calor del
hogar pues nunca le dejaron partir en solitario y menos con aquel invernal
tiempo. Él se había despertado antes, cuando escuchó el crujir de las ruedas
del carro de su padre y, mientras comía un poco, advirtió como tras la valla que rodeaba su pequeña granja
rondaba ensimismado un ciervo. Así que envalentonado y con las tripas pensantes
en la sabrosa carne del animal, agarró
cuchillo, arco y un nutrido carcaj a la vez que se echaba por encima su grueso abrigo de piel de oveja y una capa. Antes de salir, mientras mantenía
entreabierta la puerta, miró a sus durmientes madre y hermana dudando de sus
intenciones, pero pensó:
-El ciervo está aquí cerca, tan
sólo será un momento.
Así decidido empezó su acecho
Las huellas eran muy claras pues el animal caminaba a paso
lento apenas delante suya y, tras sobrepasar los límites de la colina que todas
las mañanas veía desde su ventana sirviendo de cuna para el renacer del sol, se
alzó ante el pequeño valle que las arboladas y nevadas colinas dibujaban a sus
pies. Un montón de ocasiones lo había visto así, pero en esa ocasión estaba sin
compañía lo que hizo percibirlo como infinito. Lejos de sentir temor, se notó
atravesar por el frio aire que le impregnó de aliento, entusiasmo y admiración
al contemplar aquella bella escena para él pintada.
Feliz, prosiguió la persecución hacia
unos abetos entre los que las huellas se adentraban. Su imaginación volaba y
todo a su alrededor se le antojaba a dulces colinas de nata de las que brotaban
arbolitos espolvoreados de azúcar. La nieve crujía bajo sus pies y el fresco
aire del bosque le cosquilleaba en la cara.
Ensimismado en tan ricos
pensamientos (gracias en parte por su ansioso estómago) atravesó la arboleda
con premura y, al levantar la vista del rastro, despertó repentinamente de pie
tras unos bajos y espeluznados matorrales ante un enorme ciervo que a escasa
distancia lo miraba impasible.
Paralizado, el corazón le botaba
en el cuello y apenas podía pensar en alguna reacción.
El animal se le acercó bajando y
subiendo la cabeza paseando airosamente su imponente cornamenta en la cual
faltaba parte de un asta.
Arkal hizo un mínimo gesto de
prender el arco, mas el animal sin apenas mirarle, resopló algo que le pareció
una más que velada amenaza y permaneció cual estatua.
Con paso seguro, el ciervo avanzó
hacia él clavando sus patas en la nieve y, cuando estaba a pocos pasos de su
nerviosa respiración, acercó el hocico frente a su rostro cerrando los ojos.
Inundado por un desafiante miedo,
Arkal alargó una mano hacia el ciervo y tocó su cabeza.
Entonces entre nubes se vio en
una hermosa primavera, con verdes pastos y un feliz arroyo por donde
correteaban dos cervatillos bajo la mirada de sus padres, distinguiendo
perfectamente entre ellos al animal con la cornamenta rota. De repente, el
sonido de perros lo inundó todo y un mar de flechas atravesó el cielo acabando
con la vida de la madre y uno de sus cervatillos. Todo a su alrededor fundió a
negro y un enorme pesar le invadió proveniente del alma del ciervo.
Como un fogonazo, volvió a la
realidad y una imagen brilló fuerte en su cabeza.
Sin más, corrió decidido hacia su
hogar cayéndosele entre zancadas los arreos de caza y casi sin aliento llegó a
casa.
Aliviada, su madre lo vio bajar
por la colina con rápido y trabado trote. Estaba horrorizada al no haberlo
encontrado al despertar y ahora, horca en mano, corrió hacia él pensando que
algún lobo querría desayunar a tan imprudente jovenzuelo.
Sobrepasándola, Arkal se dirigió
al establo y allí, entre sus sobresaltados animales, abrazó a una joven cierva
que con ellos vivía desde que no hacía mucho su padre y él cazaron a su madre y
hermana.
Le ató una guita al cuello y se
dirigió hacia la cercana colina desde donde el gran ciervo de maltrecha
cornamenta observaba impasible.
A pocos pasos, soltó al joven
animal que sin pensarlo corrió hacia su padre y, sin mirar atrás, se alejaron
perdiéndose entre los árboles, la nieve y una sobrecogedora sensación de paz.Del papel al ordenador II
Las ilustraciones
Una de las cuestiones más difíciles (y que
en el formato manuscrito no presentaba ninguna dificultad), fue la de insertar
las ilustraciones acompañando a la acción que se estaba desarrollando. La
imagen debía insertarse justamente tras la escena para que de forma natural la
vista lo encontrase y sirviese de ayuda para la ideación sin predecirla ni
"reventarla". Dicha dificultad se debía al encuadre. En un texto
manuscrito puedes manejar imagen y texto a placer, pero el formato digital tiene
unos parámetros determinados con demasiada tendencia a desmadrarse por la
acción de los "duendes" escondidos entre los chips.
Pensé en hacer
las ilustraciones en ordenador, de hecho, hay un par de ellas que están
completamente hechas así, pero ni tenía la habilidad para ello ni lo disfrutaba
igual, así que continué haciéndolas en papel y acrílico, pero ahora tenía la
ventaja de poder hacerlas en grande, escanearla y en algún programa de retoque
digital (como Photoshop) corregir los fallos que encontrase. Tras ello quedaba lista para uso. Por desconocimiento, trabajé con las imágenes en formato RGB
(Red, Green, Blue), cuando realmente para que los colores que se ven en
pantalla se aproximen a los impresos hay que hacerlo en CMYK (Cyan, Magenta,
Yellow, Key (negro)), pero por suerte no hubo problemas. Conseguí maquetar el
libro al completo, pero aprendí que realmente este trabajo se hace con
programas más específicos y que dan libertad absoluta a la hora de su edición,
sin que una de sus partes altere al resto. De estos los hay gratuitos (como el
Scribus) o de pago (como Adobe Indesign), pero con el trabajo ya hecho no quise
volver al principio y remaquetarlo todo, teniendo además que echar un tiempo
(inexistente para mí) en aprender un nuevo programa. El que sí utilicé (y
recomiendo), es el programa Scrivener, que tiene la ventaja de pasar el texto al
formato que quieras (.mobi, .epub, etc), aunque tiene limitado el uso de
imágenes y las instrucciones no están claras para este uso.
Monté el libro con
Word y poco a poco aprendí a encajar las
imágenes jugando con su proporción, la colocación del texto tras imagen y los
márgenes entre ellos (Fig.1). Una especial frustración me producía el que la mínima
desproporción de la imagen llegaba a variar incluso la distancia prefijada (y
que por ello yo creía inamovible) del número y dibujo del pie de página. El
ordenador no salió volando más de una vez por la ventana porque algo en mí me
advertía de que no tenía alas y podría haberse roto. Un truco muy bueno que me
enseñó mi amiga Kaman fue la de introducirlos dentro de "tablas" sin
bordes, de tal modo se autoencajaban sin tener que estar yo recortando.
Fig.1
Fig.1
Finalmente, cuando me decidí a sacar el libro al público, encomendé la tarea de
maquetación al equipo de la editorial, dándoles previamente el guión de cómo lo
había hecho y, muy agradecido por ello, consulta y corrección si procediese de
cada uno de los capítulos y encuadres de las ilustraciones. A la vez me
ofrecían nuevas armas para la maquetación y fruto de ello pude pasar de numerar
las páginas de forma más clásica a hacerlo dentro de una ilustración específica
para ese fin.
Mi recomendación. Si empiezas, plantéate dedicar un tiempo para
aprender un programa específico de maquetado. A la larga ahorrarás tiempo y
quebraderos de cabeza con márgenes, encuadres y duendes escondidos. Si ya has
casi acabado, !enhorabuena¡, !menudo trabajo¡. Tan sólo asegúrate que cuando
salga en papel lo haga como realmente quieres. Las imágenes mejor guardarlas en
CMYK, pues es el formato específico para su impresión (aunque lo dicho, yo no
tuve problemas en RGB).
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